Las actividades económicas de los mayas se encontraban relacionadas con la explotación de los diversos recursos naturales que tenían a su disposición; entre ellos, el mar, ríos y otros cuerpos de agua dulce y la selva.
De esta forma el sistema económico preponderante en las ciudades de los mayas era el de una economía de mercado, basado, precisamente, en el intercambio de productos.
De esta forma existían intercambios de orden privado entre individuos; pero también lo había entre ciudades e, incluso, entre la élite del pueblo maya, quien era la responsable de la construcción de edificios religiosos y palacios para los gobernantes.
Cabe señalar que todas las actividades económicas de los mayas se encontraban enmarcados en sus creencias y tradiciones; los cuales regían la división de la tierra, los cargos ocupados, las clases sociales, impuestos, entre otras.
En la cultura maya no había una división de trabajo tan clara como la que podemos observar en la época contemporánea; no obstante, si existían algunos oficios bien delimitados; así como bienes y servicios.
Por ejemplo, el intercambio de bienes era una práctica bastante común en toda la región habitada por los mayas.
En este mismo ámbito, destacaron las rutas de comercio que los pueblos trazaron por toda América Central, en los actuales territorios del sur de México, Guatemala, Belice, El Salvador y Honduras.
Los principales bienes que se comerciaban y muchos de los cuales también funcionaban como moneda de cambio eran la obsidiana, productos textiles, el cacao, chocolate, joyas y piedras preciosas, herramientas de cobre, pescados, maíz y otros alimentos y bebidas elaborados a base de maíz, maderas, armas, sal, frijoles, aguacate, miel, oro, entre otros.
En estos casos, era usual que no se diera el comercio directamente entre los productores y los consumidores, sino que en las ciudades y pueblos había comerciantes que cumplían la función de realizar dicha transacción.