La alimentación de los mayas estaba basada en la agricultura; y tenía como principal cultivo el maíz; aunque también ocupaban un papel importante el algodón, el frijol, el tomate, la papa, el tabaco y el cacao.
La carne no era un elemento de consumo cotidiano del pueblo; principalmente, porque los mayas no contaban con grades animales que, por ejemplo, sí se encontraban en los pueblos europeos contemporáneos (bueyes, cerdos, etc.).
Sólo estaba disponible cuando cazaban jabalíes, pavos salvajes, conejos, patos, codornices, tapires, monos e iguanas.
Posteriormente, los pavos salvajes fueron domesticados, convirtiéndose en una de las carnes preferidas. Los jabalíes también eran criados en cautividad; e, incluso, algunos eran empleados en diversos sacrificios.
Desconocían los bovinos y equinos; ya que estos animales llegaron con los conquistadores europeos.
La alimentación de los mayas incluía algunas de las delicias que eran servidas sólo en días de fiestas conmemorativas a sus dioses, como también en los principales eventos agrícolas: la sopa de calabaza y tomate con salsa picante era uno de los platos especiales.
Además de muy popular en estas fechas Preparaban los alimentos de diversas maneras: sobre las brasas, asados en tazones de barro cocido, como era el caso de las tortillas o hervidos en agua/ cocidos al vapor, como ocurría con los “tamales” manjar muy apreciado.
Contaban con una especie de barbacoa; que estaba compuesta por trozos de carne envueltos en hojas, asados en agujeros en el suelo que eran previamente calentados con leña y piedras y después, cubiertos de tierra.
Para la conservación de los alimentos usaban el secado y salazón, o ambas juntas, en las laderas cálidas y en las regiones lacustres del interior.
Entre sus bebidas preferidas, se encontraban las realizadas con base en el cacao y la fermentación del maíz.